Celebrando los aprendizajes. Marga Pérez

El miedo a fracasar es el asesino número uno de los grandes planes y de las buenas ideas. Más que la falta de conocimiento o de habilidad, más que la falta de una estrategia clara o de un plan de acción, el mayor obstáculo al avance es la parálisis que causa el miedo al fracaso....
La mayoría de nosotros aprendemos muy pronto en la vida que el fracaso es malo, incluso vergonzoso. Aprendemos a ocultar nuestros fallos, nos disculpamos por ellos o los ignoramos. Peor que eso, empezamos a dejar de asumir riesgos; nos hacemos más cautos con el fin de evitar incluso la posibilidad de fracasar. Empezamos a limitar nuestras opciones únicamente a aquellas acciones que tienen una elevada probabilidad de éxito. Y, de esta manera, nuestras opciones se hacen limitadas y nuestro campo de acción se reduce. Pero no tiene porque ser así.
El fracaso es una de las vías más rápidas de aprendizaje: que se lo digan a cualquier niño pequeño en edad de aprender a andar. Éstos no se quedan levantados hasta muy tarde leyendo el manual de "cómo aprender a caminar" y empapándose en la técnica. Se desequilibran, se caen, gatean, se levantan, vuelven a desequilibrarse y gatean un poco más. Consiguen dar pasitos pero también se dan golpes; a pesar de ello, al parecer su entusiasmo nunca decae. Para asumir los riesgos que nos permitirá caminar y correr en su vida, hemos de estar dispuestos a desequilibrarnos, a caer, a volver a levantarnos y aprender de la experiencia. Aprender es clave. Fallar en cualquier acción, incluso a la hora de ejecutar la acción, es una rica oportunidad de aprendizaje. Y es esa oportunidad de aprendizaje la que hemos de explorar y celebrar.
La acción conducirá al aprendizaje, pero a lo largo del camino es posible que necesitemos atravesar el territorio del fracaso. Ésta es una distinción esencial que nos ayudará a pavimentar el camino que atraviesa dicho territorio: existe una diferencia entre fracasar en algo y ser un fracaso. Las personas, por naturaleza, son completas, creativas y están llenas de recursos. No son ningún fracaso, aún cuando a veces fallen.
De hecho, para poder hacer cambios significativos en tu vida, a menudo tendrás que ir hasta el límite de tu capacidad. A veces irás demasiado lejos y fallarás; otras no irás lo suficientemente lejos y también fallarás, porque habrás perdido la oportunidad. Independientemente que una persona tenga fracaso o éxito, uno de los objetivos es observar el aprendizaje fruto de la experiencia. Por eso el fracaso es valioso. Es algo que a veces hemos de reconocernos, porque asumir el riesgo y fracasar requiere valentía y compromiso. A veces aprenderemos más de lo que no funciona que de lo que funciona.
Seamos conscientes que celebrar el fracaso no significa ignorar la decepción que suele acompañarlo. Es posible que necesitemos un poco de tiempo para absorber el golpe antes de que podamos profundizar en el aprendizaje que tenemos a nuestro alcance. Celebrar en este sentido significa, reverenciar y valorar la experiencia del cliente. Valoraremos el fracaso porque muy poca gente está dispuesta a ponerse en esa posición. Y merece la pena celebrarlo cuando ocurre.
Referencia extraída de: Coaching Co-Activo . Cambiar empresas, transformar vidas
Henry Kimsey-House. Karen Kimsey-House, Phillip Sandahl y Laura Whitworth